Economía de la Cultura Teotihuacana

La Economía de la Cultura Teotihuacana fue la base que permitió el desarrollo de una de las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica. Gracias a su ubicación geográfica de la cultura Teotihuacán privilegiada en la Cuenca de México, los teotihuacanos aprovecharon recursos naturales como agua, suelos fértiles, obsidiana y arcilla, sentando las bases de su riqueza y poder. Su sistema económico se consolidó mediante la agricultura, la artesanía y el comercio, interactuando además con otras culturas mesoamericanas contemporáneas, como la Cultura Zapoteca y la Cultura Totonaca.

Producción de alimentos: base de la economía teotihuacana

Durante el Preclásico Tardío (150-1 a.C.), la agricultura se convirtió en la principal actividad económica de las aldeas que darían origen a la Cultura Teotihuacana. Se practicaban técnicas de siembra de temporal e irrigación, lo que permitió satisfacer las necesidades de una población en constante crecimiento. Gracias a esta organización, la densidad demográfica alcanzó aproximadamente cinco mil habitantes en un área reducida de cuatro kilómetros cuadrados. El control centralizado de la producción y distribución de alimentos fue clave para consolidar la Economía Teotihuacana.

Especialización del trabajo y desarrollo artesanal

Con la seguridad alimentaria establecida, la Cultura Teotihuacán pudo desarrollar la especialización del trabajo. Se crearon talleres dedicados a la alfarería, la lapidaria, la pintura mural, textiles, cestería y plumaria. Esta producción artesanal no solo abastecía a la ciudad, sino que se convirtió en un motor de la economía teotihuacana, distribuyendose tanto localmente como a través de redes de comercio de larga distancia.

Comercio y redes económicas

Los teotihuacanos fueron comerciantes por excelencia. Establecieron rutas de intercambio de bienes suntuarios, materias primas y alimentos, llegando a regiones lejanas de Mesoamérica. Entre los productos que circulaban se encontraban piedra verde de Guerrero, mica y alabastro de Oaxaca, obsidiana de Hidalgo y pigmentos minerales de Querétaro. Los barrios especializados, como Xocotitla y el Barrio Oaxaqueño, evidencian la importancia del comercio en la Economía de la Cultura Teotihuacana, así como la consolidación del culto a Yacatecuhtli, dios de los comerciantes.

Explotación de recursos estratégicos

La obsidiana fue uno de los pilares de la Economía Teotihuacana. Los yacimientos cercanos, como el Cerro de Olivares y el Cerro de las Navajas, permitieron a los artesanos fabricar herramientas y ornamentos muy demandados. Desde la Fase Tzacualli (1-150 d.C.) hasta la Fase Tlamimilolpa (250-450 d.C.), los talleres especializados aseguraron la producción controlada y la distribución estratégica de estos recursos.

Comercio de cerámica: un lujo económico

La cerámica Anaranjado Delgado se convirtió en un objeto de prestigio y comercio. Elaborada con materiales posiblemente originarios del sur de Puebla, su producción y distribución estaban supervisadas por la élite teotihuacana. Este tipo de bienes suntuarios fortaleció la economía de la Cultura Teotihuacana y evidenció la sofisticación de su organización social y administrativa.

Cerámica Cultura Teotihuacan

Vasija de cerámica del estilo Anaranjado Delgado descubierta en Teotihuacán.

Conclusión

La Economía de la Cultura Teotihuacana se basó en la agricultura, la artesanía especializada y un comercio altamente organizado, lo que permitió a Teotihuacán consolidarse como la metrópoli más importante del Altiplano Central. Su desarrollo económico interactuó con otras culturas mesoamericanas, dejando un legado de organización y riqueza que todavía hoy sorprende a arqueólogos e historiadores.

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