Franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas: la Iglesia en la Nueva España
Durante la época colonial en América, la Iglesia católica desempeñó un papel central en la vida social, cultural y política de la Nueva España. La llegada de los europeos no solo implicó la conquista militar, sino también un intenso proceso de evangelización por las órdenes religiosas. Entre las más destacadas se encuentran los franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, quienes marcaron la estructura religiosa y educativa del territorio del virreinato de la Nueva España.
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| La conquista de México vino acompañada desde sus inicios de la implantación de la fe católica |
El Patronato Regio y la organización de la Iglesia
El Patronato Regio fue un conjunto de privilegios concedidos al rey de España que permitió que la Iglesia en la Nueva España se rigiera directamente desde la corona española, sin depender de Roma. Los principales derechos otorgados incluían la selección y envío de misioneros, la posesión exclusiva de América vinculada a la obligación de evangelizar, la recaudación de los diezmos, el control universal sobre la Iglesia del Nuevo Mundo y la facultad de dividir los obispados.
Gracias a este marco, el rey de España pudo administrar la Iglesia en los territorios conquistados, controlar la propagación de la fe y organizar de manera eficiente la estructura religiosa. Esto incluyó tanto al clero regular, formado por frailes y sacerdotes que vivían bajo reglas específicas en conventos, como al clero secular, cuyos miembros residían entre la población y dependían de los obispos.
Clero regular y su papel en la evangelización
El clero regular fue fundamental para la difusión del catolicismo en la Nueva España. Solo ciertas órdenes estaban autorizadas para enviar misioneros a América, especialmente durante los primeros setenta años de la colonización de México. Las órdenes principales eran los franciscanos, dominicos, agustinos y más tarde los jesuitas. Estas órdenes contribuyeron significativamente a la educación, la fundación de conventos, la protección de los pueblos indígenas y la propagación del cristianismo.
Los franciscanos
Los franciscanos llegaron a México en 1524 con los famosos “Doce Apóstoles”, tras un primer contacto de frailes de origen flamenco en 1523. Su presencia se extendió desde México hacia Yucatán, Guatemala y Nicaragua, estableciendo alrededor de 200 conventos. Los franciscanos se distinguieron por su disposición a convivir con los pueblos indígenas y aprender sus lenguas, además de fundar instituciones educativas. En 1536 crearon el colegio de Tlatelolco, donde enseñaban lectura, escritura, música, latín, retórica, lógica, filosofía y medicina a jóvenes de la nobleza indígena.
Destacaron figuras como fray Pedro de Gante, que promovió escuelas y talleres para la enseñanza del catecismo, fray Toribio de Benavente Motolinía, defensor de los indígenas, y fray Diego de Landa, quien estudió y documentó la cultura maya. Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, consolidó la organización de la Iglesia mexicana y defendió los derechos de los pueblos indígenas.
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| En la Nueva España, las primeras escuelas o centros de enseñanza fueron fundadas principalmente por las órdenes religiosas que llegaron con la misión de evangelizar y educar a los pueblos indígenas. |
Los dominicos
Los dominicos arribaron a México en 1526 y consolidaron su presencia mediante la creación de provincias y conventos. Su labor principal fue la evangelización a través de la fundación de iglesias y colegios, así como la preservación de las lenguas y costumbres indígenas. Para comunicarse con los pueblos, los dominicos aprendieron múltiples lenguas locales, incluyendo zapoteco, mixe y chinanteco, especialmente en regiones como la Villa Alta de San Ildefonso en Oaxaca.
El modelo de los dominicos incluía establecer casas religiosas y salir a predicar por la comarca, formar redes de caminos entre ciudades como México y Guatemala, y concentrar recursos y personal en conventos de Santo Domingo en México, Oaxaca y Puebla. Además de su labor pastoral y educativa, defendieron los derechos de los indígenas, siendo fray Bartolomé de las Casas un ejemplo notable de defensor y crítico de los abusos coloniales.
Durante el siglo XVII, los dominicos acumulaban propiedades y crearon una estructura más criolla dentro de sus órdenes, aunque esto contrastaba con la pobreza de la población indígena. Se involucraron incluso en comercio de mantas, chocolate y ganado, manteniendo mulatos y negros a su servicio, mientras trataban de conservar la misión evangelizadora.
Los agustinos
Los agustinos llegaron a México en 1533 y, para 1545, ya contaban con 46 conventos, alcanzando 70 al final del siglo. Su labor se extendió hacia el sur, incluyendo el Golfo de México, el sur de Tampico, Chiapas y Michoacán. Su método de evangelización se centraba en la enseñanza del catecismo, con sesiones diarias de cuatro horas y la formación de catequistas para asistir en las aldeas.
Además de su enseñanza religiosa, los agustinos participaron en la administración civil, la justicia y la gobernanza local, consolidando su reputación como formadores y organizadores de comunidades en la Nueva España. Fundaron aldeas de indios y contribuyeron a la vida comunitaria y educativa de los pueblos donde se asentaban.
Los jesuitas
La Compañía de Jesús tuvo un enfoque misionero internacional desde sus inicios, llegando a Brasil en 1549 y posteriormente a América española en 1566, aunque inicialmente fueron enviados a Florida y Perú. En 1572 llegaron a territorios de la Nueva España, donde establecieron misiones en áreas remotas del norte, como Sinaloa y la Sierra Madre, trabajando entre poblaciones indígenas aisladas.
Entre 1572 y 1604, los jesuitas trabajaron en la educación y evangelización de 119 sacerdotes en México, apoyándose en el aprendizaje de lenguas indígenas y estableciendo frentes misionales en Tepehuanes, Sierra de Topia, Tarahumara y la Costa del Pacífico, con más de 25,000 neófitos para 1650.
Expulsión de los jesuitas
En el siglo XVIII, los jesuitas se convirtieron en la orden más influyente, monopolizando la educación superior y manteniendo un fuerte vínculo de obediencia al Papa. Debido a conflictos políticos y la proliferación de ideas enciclopedistas y galicanas, el rey Carlos III decretó la expulsión de los jesuitas de todos sus dominios en 1767 mediante la Pragmática Sanción. En la Nueva España, se expulsó a 400 jesuitas, castigando a quienes se opusieron, lo que dejó sus misiones y colegios abandonados temporalmente.
Clero secular y organización de las Diócesis
El clero secular, formado por obispos y sacerdotes que vivían entre la población, fue responsable de organizar las Diócesis en la Nueva España. Aunque los primeros evangelizadores pertenecían al clero regular, los obispos del clero secular administraban las jurisdicciones eclesiásticas y supervisaban la evangelización. Carlos V y Felipe II favorecieron a obispos provenientes del clero secular para ejercer autoridad en estas Diócesis, que incluían Tlaxcala, México, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Guadalajara, Yucatán, Durango, Nuevo León y Sonora.
La Inquisición en la Nueva España
La Inquisición operó en la Nueva España desde 1522, pero fue formalmente establecida en 1571. Su objetivo era mantener la ortodoxia católica y perseguir herejías, apóstatas, brujos y lectores de libros prohibidos. Durante los tres siglos de la colonia, se estima que unas 40 personas fueron ejecutadas, en su mayoría extranjeros o indígenas dedicados a prácticas consideradas mágicas, mientras que la población indígena estuvo en gran parte excluida de los juicios inquisitoriales.
Conclusión
La labor de los franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas en la Nueva España fue clave para la formación religiosa, educativa y cultural del territorio. La organización de la Iglesia a través del Patronato Regio, la fundación de conventos y colegios, la evangelización de los pueblos indígenas y la creación de Diócesis consolidaron la presencia de la Iglesia católica y sentaron las bases de la sociedad colonial. A pesar de conflictos internos, tensiones con autoridades civiles y la posterior expulsión de los jesuitas, estas órdenes dejaron un legado duradero en la historia de México.



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