Vida cotidiana en la Cultura Teotihuacana

La Cultura Teotihuacana alcanzó su máximo esplendor durante la Fase Temprana de Xolalpan (450-550 d.C.), cuando la ciudad llegó a reunir cerca de 85,000 habitantes en un área de 20 km². En ese periodo, Teotihuacán se consolidó como la urbe más grande y poblada de Mesoamérica, gracias a su próspera economía y a su carácter cosmopolita.

La vida diaria en Teotihuacán

Imaginar la vida cotidiana en la Cultura Teotihuacana implica observar la manera en que sus habitantes organizaron el espacio urbano. Conjuntos residenciales, barrios, templos, plazas y mercados formaban parte del núcleo donde convivían sacerdotes, administradores, artesanos y mercaderes. Más allá del centro ceremonial, las zonas rurales estaban habitadas por campesinos que trabajaban en los campos agrícolas y vivían en casas sencillas, de las que hoy solo quedan cimientos, pisos de estuco y sistemas de canalización.

Arquitectura y estratificación social

La arquitectura teotihuacana reflejaba la división social impuesta por las élites gobernantes. Cada estrato desempeñaba un rol esencial en el engranaje económico: los campesinos producían alimentos, los artesanos trabajaban en talleres especializados, los mercaderes expandían el comercio, y los sacerdotes legitimaban el orden cósmico a través de la religión.

La religión como motor de la economía

La religión teotihuacana fue el eje que impulsó tanto la agricultura como el comercio local y de larga distancia. La organización del trabajo se sustentaba en creencias cosmogónicas que aseguraban el orden social y permitían la construcción de imponentes complejos urbanos. Gracias a esta estructura, Teotihuacán alcanzó la cúspide de las culturas mesoamericanas durante el periodo clásico.

Las figurillas y la vida cotidiana

Un testimonio invaluable de la vida diaria en Teotihuacán son las figurillas con rostros triangulares, elaboradas por los alfareros. Estas piezas muestran escenas de la cotidianidad: desde personajes con vestimenta sencilla hasta figuras ricamente ataviadas que representan a las élites. Son, en esencia, retratos de una sociedad dinámica, marcada por la religión, el trabajo y la jerarquía social.

Figurillas y vida cotidiana Teotihuacana

Figurillas de barro pertenecientes a las etapas iniciales del desarrollo arqueológico de Teotihuacán.


Vasija de cerámica del estilo Coyotlatelco, propia de la fase Metepec.

Conclusión 

La cultura teotihuacana logró crear una ciudad planificada y vibrante, donde religión, economía y urbanismo se entrelazaron para sostener la vida cotidiana de miles de habitantes. Este esplendor convirtió a Teotihuacán en la ciudad más influyente de Mesoamérica y en un referente histórico que aún fascina a estudiantes e investigadores de todo el mundo.


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